A menudo, que a menudo, cada
minuto se oye una nueva queja, un nuevo alarido contra estos 1,500 kilómetros
cuadrados que a algunos nos vio nacer, a otros acoge sin remordimiento, a muchos
educa y a todos permite que se desarrollen personal y profesionalmente sin pedir nada a cambio, y muy amablemente
ustedes acogen esa regla: “usted ciudad exista , regúleme a sus otros 8 millones de habitantes, manténgame seguro y a salvo, con las calles limpias y sistemas de Transporte Masivo exclusivos para mi y déjeme vivir, y yo a cambio me voy a seguir quejando sobre que usted es un potrero insufrible”
Bogotá es un conjunto cerrado
donde sus ocho millones de inquilinos están esperando que un administrador
incompetente les solucione sus problemas, porque el deporte bogotano por
excelencia es ese, culpar al parapeto de Lievano por todo y caemos todos en ese
lugar común fácil y barato (como nos gusta) de endilgarle la responsabilidad de
absolutamente todo lo que pasa en la ciudad, a un político que a duras penas
logra pasarse un peine por la cabeza, y llevamos 10 años en las mismas, “porque
Bogotá si era una maravilla en la época de Mockus-Peñalosa” , y esa maravilla
se basaba en la cultura ciudadana, el respeto a lo público, al espacio, a la
convivencia y cordialidad; y es qué acaso porque cambia el alcalde, cambia la
cultura? Acaso somos animales de circo que nos amaestran y si no lo hacen
seguido se nos olvida?, que yo recuerde eran trucos muy sencillos: hacer filas,
ceder el paso al peatón, no frenar sobre
la cebra, pasos intercalados en los cruces, no hacer doble fila, no parquear en
andenes, respetar los pares y sobretodo sanción social a los “vivos”. Resulta
que con los cambios de alcaldes y como suprimieron el presupuesto en mimos, ya
se nos olvidó hacer estas cosas, pero el problema es Bogotá, no nosotros.
Porque el trancón es insufrible y
no hay mas vías, pero usted tiene dos carros y le parecen carísimos sus impuestos
(con los cuales en teoría se construyen dichas vías) que no mira una bicicleta
ni para ver a Nairo, porque no se ha dado cuenta que asi como quejarse de
Bogotá, otro lugar común es vivir donde vive todo el mundo e ir a trabajar
donde trabaja todo el mundo y trasladarse a la misma hora de todo el mundo (aplica
desde Cedritos hasta Castilla) , la ciudad es quien debe adaptarse a sus
hábitos y no usted adaptar los suyos para tratar de aliviar el sufrimiento que
le causa el Distrito Capital. Es apenas lógico que la ciudad deba proveer un
sistema de transporte masivo: seguro, constante, humano. Atribuciones que
Transmilenio en su hora pico tiene pero “in”, sin embargo basta con observar
busetas atiborradas de gente en la 13, y buses vacíos del SITP que van para el
mismo lado , todo porque “no me han enseñado” , porque no hay mimos, porque la
pereza y el llegar a quejarme de Bogotá (y por supuesto de los buses vacíos del
SITP) me sale mucho mas barato que ser autodidacta, aprender sobre las rutas,
cargar mi tarjeta y viajar seguro, limpio y tranquilo, es cuestión de mirar que
puede hacer usted por su ciudad y no que puede hacer la ciudad por usted,
citando a John Fitzgerald, quien hoy se aterraría de lo que se demora en llegar
a Kennedy en uno de sus 2 carros, a las 5 de la tarde.
La inseguridad es un tema con mas
variables que la libreta de apuntes de Einstein, pues aca por default recibimos
a todo desplazado, varado, caído en desgracia, emprendedor y como no el
ocasional vago que sabe que en Bogotá, a las buenas o a las malas, se hace
plata, ojo, no trivializo el tema del desplazamiento, pero si es muy delicado
que sea Bogotá la encargada de resocializar económica, anímica y
profesionalmente a la gran mayoría de víctimas y victimarios de la eterna
guerra. A quienes gobiernos nacionales incapaces de retornarlos a sus tierras,
les separan 4 paredes de cemento en una loma, en una urbanización, barrio,
localidad y ciudad que desconocen y poco estiman, es un coctel que junto al
aburrimiento, la cultura de la plata fácil y la escasez de oportunidades al que
se maleduca públicamente y logra su grado 11; que nos tienen a merced y contra
la pared de que los designios que tomen sean para bien. Aplaudo el descenso en homicidios que tiene
Bogotá, una ciudad tan inmensa con índices de homicidio muy por debajo de sus
pares latinoamericanas y colombianas, diría yo se vive en una ciudad mas segura
si menos gente muere en manos del hampa, pero eso a los quejetas profesionales
no les interesa, aquí el crimen de alto impacto es el (redoble de tambor) robo
de celulares, el robo de espejos y en general toda alteración de frivolidad que
me saque de mi zona de confort, si, no es normal, no debería serlo, es una
completa embarrada no poder quejarme en vivo y en directo vía Facebook del trancón porque
me raponearon el celular, pero ante eso solo hay una solución (en nuestras
manos), denunciar, estadísticas indican que menos del 5% (cinco) de personas
que sufren este flagelo, hacen una denuncia efectiva, porque en Bogotá reina el
Nadaísmo: “como no va a pasar nada, pues yo no hago nada”, gana la pereza (en esto colaboran mucho las
autoridades quienes ven en detrimento su trabajo si crecen las denuncias) de
denunciar, a la de llegar a escribir el blog que generaliza nocivamente a la
maltrecha Bogotá.
Lo anterior sin llegar aún al
nulo sentido de pertenencia que tienen los habitantes de esta ciudad por ella, “la
ciudad de todos y de nadie” dicen, preferiría yo “la que usan todos y no quiere
nadie”, porque aquí caben desde la gente de provincia que vive , estudia, trabaja y
explota las capacidades y oportunidades de Bogotá, denigrando cada vez que pueden a la misma, se
devuelven una vez al año a sus ferias y fiestas y no le aportan ni un gramo de
optimismo y cultura ciudadana a esta tierra; dan ganas de parafrasear a los
Prisioneros: “¿Porqué no te quedás?” . Hasta los mismos bogotanos que malcriados
tratan a su tierra como tratan la casa de su mamá, dan por sentado que debe
estar limpio el cuarto, tendida la cama y servida la comida, sin necesidad
siquiera de dar las gracias o aportar a que la casa en la que afortunadamente
nacieron, todo vaya mejor,”yo soy así y la casa se debe adaptar a mi, nunca al
contrario”. Antropocentrismo ciudadano egoísta en su máxima expresión.
Asi las cosas y me lo dijo Bogotá
al oído:
“si usted no hace nada por cambiar, por tratar de convivir,
movilizarse, colaborar con las autoridades, por lograr cambiar su entorno, al
menos su pensamiento, y su deporte favorito va a ser generalizar mezquina y
oportunamente sobre mis defectos, me mamé de usted”
Se los escribe un oficinista
quien ha sufrido las temibles epidemias como el robo de un teléfono, un
Transmilenio lleno o un interminable trancón, pero que a su vez ha sido consciente
de sus actos y hábitos y de como se pueden cambiar para ser feliz en la ciudad
mas linda del mundo, la que tiene los mejores atardeceres, la que prende el
aire acondicionado a las 5 cuando el sol está cansón, la que me ofreció las
mejores universidades de la región para educarme,en la que no me coge un trancón (aprendí a vivir en contra del mismo, no es física cuántica ) la que me ofrece sus vías
para montar bicicleta en una fría pero soleada mañana de domingo, la que me
lleva al pasado al caminar por Teusaquillo, la que me lleva al futuro al ver la
26 y me demuestra porque tiene una de las tasas de crecimiento más altas de
América, la que enamora a los extranjeros desde su linda Candelaria, la que me
ofrece gastronomía del mundo desde La Macarena, o la G, hasta el Olaya con sus
interminables lechonerías, esta hermosa
tierra en la que puedo comprar en un Apple store o un Starbucks, pero también
en un Apol Estor o los hermosos cafetines del centro. Desde la que puedo ver los nevados en Suba, o
hacer deporte en el Parque El Tunal, el increíble Centro Internacional donde
puedo coger un bus subterráneo hasta donde el milagroso chinito de todos los
bogotanos en el 20 de Julio, donde existe la cuadra alegre que me invita a
bailar como bien demanda Oro Sólido –hasta las 15-, o amanecer al ritmo de
House Music en Baum, este lindo lugar que me invita gratis a sus bibliotecas,
museos, plazas y bancas, que es tan agradecida que me otorga conciertos de
Jazz, Hip Hop y Rock en sus parques, la que me presta su estadio para ver a
Guns N Roses y a Millonarios, la que vuelve y me dice al oído:
“se que he tengo mis fallas, pero
tu tampoco me reconoces mis virtudes, no renuevas tus hábitos para ser un agente
de cambio, te victimizas y generalizas y así es muy difícil”
Usted decide que tipo de persona
quiere ser; la que se mamó de Bogotá y mezquinamente se cruzó de brazos, de la
que Bogotá se mamó, o un bogotano de nacimiento, adopción o accidente, que la
ayuda a crecer, valorarla, apoyarla, mantenerla, criticarla constructivamente pero
sobretodo quererla y cuidarla hasta la muerte.
Ricardo Varela. o @MuchoHP donde la opinión es mas corta pero mas venenosa